13.12.09

¿Películas blancas?

Las tres películas más taquilleras de nuestro cinito mexicano este año van a ser El Estudiante, Recién Cazado y Otra Película de Huevos y un Pollo. Cintas de las que se esperaba mucho se quedaron muy atrás. Películas muy buenas ni siquiera aguantaron un par de semanas en cartelera.

Dejando de lado Otra Película de Huevos (que es todo un fenómeno y se estreno con bombo y platillo), las otras dos películas triunfaron a base de persistencia en las salas, del "boca-oreja" y recomendaciones. No he visto ninguna de las películas mencionadas, ni pretendo entrar en juicios de valor, pero las opiniones -especialmente en el caso de El Estudiante- son contrastantes. La crítica (que cada vez más sirve sólo para dos cosas) y el público más especializado (por llamarlo de alguna manera) no la bajan de cursi, superficial e intrascendente. Sin embargo el público en general la ha hecho no sólo sobrevivir, sino triunfar, alabándola como una película "linda" y llena de valores. Además, es recurrente el que quienes la han visto y la defienden en foros (IMDB, Reforma) o en pláticas la señale como una grata excepción a la regla del cine mexicano violento, sombrío y deprimente.

(Hace unas semanas en una entrevista, René Bueno, director de Recién Cazado, mencionaba que el público mexicano quiere "películas blancas", sin groserías, violencia ni narcos. Decía que "con frecuencia el cine mexicano es muy burdo, de lenguaje muy fuerte, mucha droga, violencia, denuncia social y la gente huye de eso". Probablemente a ese mismo público no le moleste tanto ir a ver la última entrega de Saw o algún blockbuster gringo violento pero "blanco", pero ese es otro tema.)

Esto presenta muchas preguntas para la gente que está haciendo cine en México, pero especialmente creo que pone en evidencia lo distanciados que están del supuesto "gran público" al que quieren llegar. Lamentablemente, y a pesar de que cada año se hacen más y mejores películas en México, los cineastas viven separados de su público, con el que sueñan pero al que rara vez llegan. Las películas que triunfan en la taquilla nacional (con sus contadas excepciones) se limitan a fenómenos puntuales o historias cortadas con el molde de la fórmula gringa, mientras que aquellas que triunfan en festivales internacionales y con la crítica rara vez llegan a las salas y si lo hacen son generalmente ignoradas por el público.

¿Qué es lo que quiere la gente, entonces? Imposible saberlo. Pero sí creo que situaciones como esta alertan sobre la necesidad de repensar los modelos con los que opera el cine mexicano. Hay que acercar el cine menos comercial (de ficción y documental) al público sin depender de circuitos comerciales, repensar los temas de distribución y promoción, abaratar el costo de producción de películas que son muy caras y que ponen todas sus cartas en un sistema de distribución y exhibición que no funciona a su favor. Pero al mismo tiempo hay que producir más y mejores películas comerciales. Ambos cines son necesarios, y entre más cine mexicano vea la gente más fácil será el ir borrando esa línea que los divide.

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