La he visto algunas veces tomando café en Sanborn's. Siempre está con el mismo chico; al principio creí que serían novios, aunque su actitud no lo demuestra. Los he observado: no se besan nunca, no se toman de la mano. Ni siquiera un roce en la pierna, una mirada... nada.
Claro que sentí celos. Ella es hermosa. Su mirada es fuerte y penetrante, su rostro perfecto, su pelo rojo cae sobre un cuello largo, blanco, suave. Quería estar ahi, a su lado, tomando una taza de café, hablando de cualquier cosa como preambulo para un intercambio más íntimo. Pero en mi lugar estaba aquel puberto desaprovechando el tener a la mujer más bella del mundo sentada a su lado.
Hoy los he vuelto a ver. Siempre juntos, aunque ahora acompañados de un grupo de amigos, comprando cervezas en el supermercado, seguramente para aprovechar este puente con una fiesta. La vi, la admiré, lo envidié.
Cada vez que la veo me invento nuevas historias acerca de ella. No, no fantasías (esas vienen después), sino historias de su vida. La veo estudiando en la misma prepa a la que yo fuí, la Garza Sada. O quizá a la nueva, la de Santa Catarina. La veo sentada en los pasillos entre clases, fumandose un cigarro (claro acto de rebeldía, claro, ya que en estos tiempos políticamente correctos no se puede fumar ni en los pasillos de la prepa). La veo también saltándose una clase para irse a tomar un café, o para desayunar en el departamente de algún compañero que viene de fuera a estudiar en Monterrey. La veo caminando por el Barrio Antiguo, buscando un bar con sus amigos un viernes por la noche, sólo para terminar en el Café Iguanas o algún otro bar, escuchando Mala Vida de Mano Negra mientras termina su cerveza, riéndo y fumando, hasta el amanecer.
Quizá debería de acercarme a ella. Buscar un pretexto cualquiera-- quizá inventar una sesión de fotografías para captar su nariz y su boca en película, para recordarla tal cuál y pensar siempre en lo que pudo ser. Acercarme y jalarla de la cadena que cuelga siempre de su cintura hasta que esté junto a mí y besarla sin importarme si después viene una bofetada, un hook de derecha o una réplica más dulce. Pero claro, eso sólo pasa en las películas... y en las malas películas, por lo general.
Lo más seguro es que siga viéndola por ahí, tomando café con sus amigos, comprando algo en el supermercado o sólo manejando por la ciudad. Y mientras siga viéndola seguiré inventandole historias en mi mente, siguiendo su vida, imaginando la voz, el cuerpo y los sueños de la mujer más bella del mundo.
15.9.03
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