Carlos García Campillo

La primera película del año: Ghost Dog: The Way of the Samurai, de Jim Jarmush.

Tenía años queriendo verla. Es una película realmente extraña; hay un par de escenas en las que me recordó mucho al cine de Lynch, especialmente esa en la que los tres jefes de la mafia interrogan a Louie acerca del misterioso asesino a sueldo del título (Ghost Dog, interpretado por Forrest Whitaker). Es como una parodia de las películas de Scorsese dirigida por Lych, o quizá caricaturizada por Daniel Clowes (si Henry Silva no nace, lo inventa Clowes).

Todo el surrealismo de la trama (un asesino sin contacto con la realidad, que rije su vida por el antiguo código de los samurais, que vive en un ruinoso ático rodeado de palomas mensajeras, a través de las que se comunica) llega a crear su propio universo, evitando quizá así que el público se cuestione lo que está pasando en pantalla. Hay detalles realmente geniales: la relación entre Ghost Dog (que sólo habla inglés) y un vendedor de helados que sólo sabe hablar francés, por ejemplo. Después están esos dos momentos en los que Ghost Dog y Louise (la hija del mafioso que lo quiere muerto) se encuentran. Son sólo algunas miradas, pero funcionan muy bien.

La película es extraña, sí, pero muy atractiva. No me importaría verla un par de veces más: ver todos los detalles de la locura de Ghost Dog y disfrutar de el loco universo que han creado.