1.1.03

El 2002 está muerto y enterrado.

Vivirá en nuestros corazones por siempre blah bla blah -- en realidad no. Me da mucho gusto que se haya acabado; fue un año pésimo, ahora a lo que sigue.

Recibiendo el año...

Mucha paella. Y mucha sangría de vino tinto. Mucha.

Cientos (¿miles?) de personas en la Rambla y la plaza de Cataluña. Mucha policía, muchos italianos, muchos vendedores de uvas, cava y cervezas.

No nos dimos cuenta de cuándo dieron las doce-- creo que lo celebramos como 30 segundos tarde. Llovió cava y a mi padre le pegó el corcho de una botella en la frente.

Salimos rápido de ahi; nos había dicho que la gente se ponía un poco salvaje, aventando botellas a las ventanas de tiendas y restaurantes. No pasó nada.

La taberna La Oveja Negra, uno de mis lugares favoritos en Barcelona. Muchos mexicanos, demasiado ruidosos, gritando y cantando a Maná y Molotov. Fueron de los primeros que se fueron, muy borrachos. Ni aguantan nada.

Me peleé con un Colombiano que se estaba poniendo algo pesado y que se sentó en nuestra mesa. Terminamos platicando y quizá musicalice el corto que mi hermano filma en Febrero.

Ya a primeras horas de la mañana nuestra mesa había sido invadida por alemanas, italianos, suecas y nosequémás con demasiado alcohol en su torrente sanguineo. Igual que la unión europea: todos querían joderse entre sí.

Según los últimos cálculos, debo de haber tomado entre cinco y siete litros de cerveza.

Estrené mi cámara digital. Se nota por el resultado de las fotos que había tomando varios litros de cerveza. Luego subo una muestra.

Al salir del antro dije "los borrachos siempre dicen la verdad" (no recuerdo el contexto de la conversación). Una chava peliroja que caminaba por ahi se detuvo y me dió la razón.

Hablando de borrachos y verdades, creo que ayer hablé de más. Siempre que tomo demasiado suelto mucha sopa.

Al salir, estábamos hambrientos. Compramos unos tristez intentos de kebab por cinco euros la pieza. Yo me cayó el veinte hasta después de habermelo comido.

En la esquina de la casa había un puesto de churros. Compramos unos cuantos.

Bed, sweet bed.. Nos acostamos a eso de las 7. No nos dormimos sino hasta las 8.

Me desperté a las cuatro de la tarde, sin dolor de cabeza, sed, ni ningún síntoma del mal de naufrago. Este año pinta bien.

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