Carlos García Campillo

"I'm here to chew bubble gum and kick ass, and I'm all out of bubble gum"

No hay nada peor que estar en medio de una marabunta poseída por el consumismo navideño. Las calles parecen mares de cabezas que sólo piensan en comprar, gastar, cantar villancicos, comer castañas asadas. No te dejan caminar, no te dejan escuchar, no te dejan hacer nada. En Madrid es peor: por alguna razón usan la navidad como pretexto para disfrazarse con pelucas extrañas, máscaras sobrantes del halloween y diademas con cuernos de reno. Todo el mundo lleva algo en la cabeza, y generalmente ese algo incluye foquitos rojos y una horrible versión electrónica del villancico de turno (el preferido estas navidades parece ser "el niño del tambor", sin duda uno de los villancicos que más odio guardan en mi corazón).

Todo esto me recuerda mucho a esa película de John Carpenter, They Live!. Estoy seguro que de ponerme esas gafas oscuras especiales vería miles de rostros extraterrestres por las calles, y anuncios por todos lados ordenando "Comer", "Dormir", "Casarse y reproducirse" y, dada la temporada, "Consumir", "Perder el sentido del ridículo", etc. Lamentablemente en mi familia también hay uno que otro de estos extraterrestres; de ponerme las gafas los desconocería con esas facciones esqueleticas e insectoides. Parece que yo soy la excepción; el Scrooge, dicen ellos, pero yo me considero más bien como un Roddy Piper, resistiendo, tratando -sin exito, lamentablemente- de sacar a aquellos que quiero del trance navideño en el que han caído.

Que quede de consuelo que la cena que han preparado a duo mi madre y mi mujer huele a gloria, y que hay en mi alacena ocho botellas de vino tinto (riojas, valdepeñas y otros) esperando a ser disfrutados. Si todo sale bien estas navidades terminaran con un saldo blanco, pero que no me toquen mucho las narices porque esto puede terminar con una pelea campal a la Roddy Piper Vs. Keith David, que dicho sea de paso, es la mejor pelea a puño limpio capturada en celuloide de la historia.