Phoenix está bien, nada del otro mundo. De hecho en el centro, si no estás cerca de alguna de sus montañas de roca roja, sientes que podrías estar en casi cualquier otra ciudad de Estados Unidos. Pero la gente es amable y sus librerías y Best Buys estaban bien surtidos, así que se les perdona.
De Monterrey volamos a Mexicali, donde nos encontramos con mi prima Mónica y rentamos un auto para ir por carretera a Phoenix. Fue buena opción, aunque la carretera agota. La pasada a EEUU fue rápida, sin broncas. Es más, debo decir que nunca me había divertido tanto con guardias de la Border Patrol.
Tres detalles: justo al entrar al "puente" en un letrero se puede leer "Prohibida la entrada a vagos y malvivientes". Alto y claro, tío Sam.
Al ver nuestros pasaportes y visas, y ver que veníamos de Monterrey, el oficial (Johnson pa' la raza) me preguntó si era cierto lo de los tiroteos y la violencia. Al oírlo otro oficial le contestó "claro, como si eso no pasara todos los días en Los Ángeles".
Al pagar los seis dólares del permiso, el oficial de la caja se despidió diciendo, sarcástico, "gracias por dar su dinero a la guerra de Irak".
* * *
La graduación estuvo bien. Sinceramente se me hincho el pecho de gusto (digan eso con acento cachanilla) cuando dijeron el nombre de mi padre y todos sus compañeros estallaron en gritos y aplausos. Ese es mi 'apá. Después unas Samuel Adams en el patio para celebrar.
(Les debo las fotos y el video. En cuanto tenga tiempo lo corto y lo trepo al TuTubo.)
* * *
Eso fue el 4 de Mayo. Nos quedamos todavía unos cuantos días en Arizona antes de regresar a Mexicali el 7 para salir a Monterrey el día siguiente. Buscamos cosas que hacer y la verdad no había tantas opciones. Así que nos decidimos por las obvias: un día en Sedona y otro de shopping en los outlets cercanos.
En Sedona se dejaba sentir una onda fría. Leí por ahi que ese día nevó en Flagstaff, y el día anterior habíamos estado a 35 o 37 grados. Eso fue para que no extrañáramos Monterrey.
Lo primero que notas cuando manejas hacia Sedona son las preciosas montañas de piedra roja. Casi por primera vez desde que llegué me sentía en Arizona. El paisaje es increíble, cinematográfico. Pero una vez llegándo al pueblo (que es bonito, no me malinterpreten) comienzas a sentirte como si estuvieras en el Frontiertown de Disney. Irreal.
Fue el día más tranquilo del viaje. Caminar un poco, disfrutar del frío y del paisaje, y terminar con una rica cena, vino y jazz. Ideal para la doble celebración: la graduación de mi padre y el cumpleaños de mi esposa un par de días antes.
* * *
Y después volver a Gringolia. Así llamo yo al Estados Unidos genérico, ese en el que puedes estar en cualquier ciudad de país pero al voltear lo único que vez es un Wal-Mart, un McDonalds y ya sea un Taco Bell o un Del Taco. Y en ese país llamado Gringolia lo único que un ser humano puede hacer es gastar. Así que gastamos hasta donde las tarjetas de crédito nos dejaron. Me traje un buen botín, hasta eso, incluyendo varios libros, las dos temporadas de Venture Bros. y algo de ropa. Ahora que lleguen los estados de cuenta veré en que tantos problemas me metí.
* * *
Sabes que estás en problemas cuando el highlight de tu viaje es ver un buzón pintado como R2D2: