1.12.06

La Chiripiorca

Después de las intensas jornadas de trabajo de la semana pasada (deadlines adelantados, presentaciones, problemas) pasó lo inevitable: mi espalda cedió y me obligó a estar tres días en cama. Todavía hoy, aunque ya subo y bajo, me muevo un poco como Don Teofilito. Si el lunes mi gran conflicto era si salía el miércoles o jueves a Guadalajara (para alcanzar a ver el concierto de Sabina), para el martes ya sólo pensaba en la hora en la que me tocaban la siguiente dosis de drogas.

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Pero vámonos por partes: el jueves, por fin, fue la presentación de El Quejido y del resto de los cortos que comparten generación del Promocine. Aunque la primera función estuvo sólo a medio llenar (se juntó liguilla con un embotellamiento brutal en Constitución), las últimas dos estuvieron a reventar, con gente sentada hasta en los pasillos.

Además de El Quejido se presentaron Los Amorosos, de José Luis Solis; El Toro, de Pato Serna; y A Cada Cerdo le llega su San Martín, de Ismael Nava. Los cuatro producto de un gran esfuerzo, con una factura impecable y buenas historias. Da gusto verlos, además, pues todos son amigos y conocidos desde hace tiempo, y los cortos muestran un gran crecimiento en el oficio y un seguimiento muy coherente de los temas y conceptos que han manejado a lo largo de sus carreras. Mención aparte se merecen las productoras de los proyectos: Janeth Aguirre, que produjo A Cada Cerdo..., y Lesslye Yin, que se aventó el paquete suicida de producir los otros tres.

Con esa presentación se acabó una etapa que tuvo sus altas y bajas, muchas frustraciones pero más satisfacciones. Ahora ya los cortos trazarán su propio camino, y la experiencia que dejan para futuros trabajos es invaluable. La pregunta de la noche fue "¿Y ahora qué sigue?". Ojalá lo supiera a ciencia cierta. Sólo se me ocurre una respuesta ante tal pregunta: trabajar.

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Por cierto, gracias a Luis Luna, que vió los cortos y les dedicó una entrada en su magnífico blog.

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El tema del que toda la industria cinematográfica está hablando es la "amenaza" de la SHCP al cine mexicano. Este tema llevaba varias semanas cocinándose, la semana pasada creció y por fin explotó este martes con una rueda de prensa de cineastas y varias notas en periódicos de tirada nacional. La verdad es que este año, gracias a este estímulo del gobierno que tantos problemas ha tenido desde que fue propuesto, se filmarán muchísimas películas, dando continuidad a la carrera de varios directores (quizá el problema principal para el desarrollo de nuestro cine) y dando también la oportunidad a muchísimos nuevos directores y productores de probarse en la industria.

Pero sabemos que estas cuestiones de "arte" y "cultura" poco importan al gobierno, así que hablemos en términos de números: la creación de 30 mil empleos; la entrada de unos 200 millones de pesos tan sólo por concepto de IVA, además de los otros impuestos que pueda generar; la recaudación, además, de más impuestos una vez que estas películas llegan a las salas.

Parece que la cosa no pinta tan mal ahora que el Senado ha declarado a través de Carlos Sotelo, que este estímilo fisca presenta "un planteamiento justo que tiene que ver con una industria fundamental de la identidad nacional. Resolvimos ese artículo por unanimidad de todas las fracciones, pero la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha planteado una serie de trampas para que no tenga luz verde. Parece un asunto kafkiano, ya que el artículo es claro". Ahora aseguran que "no quedará ningún espacio suelto para la no aplicación de este incentivo", lo cuál pinta un panorama mucho más alentador que él que se tenía hace apenas unos días. Habrá que esperar y ver.

En la industria existe un poco de incertidumbre acerca de lo que traerá el año nuevo. Cambio de administración, expectación ante los cambios que esto pueda traer al IMCINE, y este tema del 226, que de no resolverse podría volver la producción a la precariedad de hace un par de años. Sin embargo, aunque se resuelva lo del artículo 226 y los cambios funcionen, queda un asunto pendiente por resolver que es quizá el más importante obstáculo para el crecimiento del cine mexicano: la falta de una cuota de pantalla, los abusivos porcentajes de ganancia que se reparten distribuidores y exhibidores, y el dominio absolutos que ejercen las majors (miembros de la MPA) en el mercado mexicano.

Quizá una vez librada (y, ojalá, ganada) esta batalla por un estímulo fiscal para la producción cinematográfica sea hora, por fin, de enfrentar este obstáculo, quizá el más grande de todos por los intereses que representa, y podamos -- ahora sí -- hablar de un panorama favorecedor para nuestro cinito nacional, tan subvalorado, vejado y desnutrido.

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¿Babel, El Laberinto del Fauno, Children of Men, las tres o ninguna?

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La venganza de mis hernias no sólo hizo que me perdiera un par de días de trabajo y el concierto de Sabina, sino que también me hizo faltar a una cita que me había propuesto a cumplir cada año. En el EICH (por cierto, preciosa página web) esperaba ver a muchos amigos, como Luis Gantús y Sonia Batres, de Caligrama; Edgar Clément y Tony Sandoval, que estaría presentando Operación Bolívar y El Cadáver y el Sofá; BEF y Paco Haghenbeck, que estarían firmando ejemplares de sus novelas Tiempo de Alacránes y Trago Amargo; la banda de guanatos que sólo puedo ver una o dos veces al año y varios amigos de aquí que estarían allá presumiendo libros (como Rulo y su Danza de la Conquista) o simplemente de vacaciones (Ren). Quizá andaría también la "Bestia Negra" del comic mexicano, mi estimado colega y amigo R.G. Llarena, con quien ya me toca compartir una buena borrachera.

Pero ya será hasta la próxima.

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Para la próxima prometo más Mexican Remakes. Ya el Jay me ganó Más Negro que la Noche (el Taboada más cutre) y me enjaretó el guión de El Club de los Suicidas (que no se me había ocurrido, pero no suena tan mal).

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