3.8.05

Gto

Guanajuato es un lugar que debería de tener valet parking a las entradas de la ciudad. Es un lugar en el que sientes que estás perdido aunque vayas por el camino correcto. Lo mejor (además de la arquitectura, las enchiladas y las momias) es escuchar a los guías turísticos, que mezclan leyendas con realidad, que hablan de escenas de películas del Santo como si realmente hubieran pasado y que desafían al peligro colgándose de la defensa de las camionetas "chocolate" de todos los paisanos que pasan sus vacaciones ahi buscando el México del cliché de película gringa.

Pero durante unos días cada año, Guanajuato es la capital del "networking" peliculero mexicano. Quizá el hecho de que se un festival de cortos le da una energía especial que no se siente en otras citas, como si estuviera trepado en anfetas, bailando feliz aunque se dirige directito a un precipicio. Por todos lados se escucha lo mal que está la industria, lo mal que están las cosas para los productores, lo imposible que es "vivir de esto". "Y sin embargo se mueve." Cada año más ideas, más producciones, más proyectos. Bien dicen que "la ignorancia es la madre del atrevimiento". Y bien que nos gusta la mala vida también.

Este "networking", las pláticas en las calles de la ciudad, en el lobby del centro de convenciones o en los bares, casi le roba la atención a los cortos. Lo que se siente en las calles (y perdonen el cliché) es pasión por el cine, y por eso muchas veces el protagonismo se lo llevan las pláticas, los talleres y los eventos paralelos, como el Rally Malayerba que, te gusten o no los resultados (y el ganador de este año levantó más de una duda), son lo que le dan un sabor especial al evento.

Este año la selección se hizo más estricta y, por lo mismo, los programas más cortos, pero, a decir por los que estuvieron enclaustrados viendo cortos cuatro días, eso no se reflejó demasiado en la calidad. Sin embargo sí hubo muchas joyas en el programa, como Medianeras, ese corto argentino lleno de humor y fantasía "Amelie-esca" que se disfruta como pocos. Tampoco faltaron los errores, sobre todo en la clausura, que fue un verdadero desmadre de videos que no corrían, invitados que no aparecían y cortos que se veían a medias o de plano no se veían. Imposible que después de ocho años no puedan armar un acto de clausura digno del evento. Como me lo dijo uno de los patrocinadores: "imposible que puedan hacer seis cortos en 24 horas pero que no puedar armar una clausura en un año".

No voy a dar detalles del evento, que ya alguien lo hizo mejor de lo que yo podría. Sólo queda decir que para mí fueron cuatro días inmensamente productivos. Fueron buenos días en el pitching market, buen momento de ver a viejos conocidos y también de conocer a personas y personajazos. Buena forma de recargar las pilas para enfrentar todo lo que se viene encima en el futuro, y especialmente para algo que viene más cerquita, en apenas cuatro semanas, y que puede ser un parteaguas para un proyecto de larga gestación.

El año que viene, otra vez.

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