Al despertar el cielo estaba gris y llovía. Era un duro contraste con los días soleados que lo precedieron. Pero el sol no podía ponerse ayer, no ante la fatal noticia que me recibió cuando leí las noticias a primera hora de la mañana. Atentado en Madrid. Los muertos multiplicándose cada minuto. El caos y la muerte en pleno corazón de la ciudad.
Este atentado me duele dos veces. Madrid es una ciudad que adoro. Viví ahi tres años, y si por mí fuera seguiría recorriendo sus calles. Es una ciudad que te acoje, y de la que te sientes parte casi instantáneamente. Ahí lloré y reí. Fui el rey del mundo y también la peor mierda. Me enamoré, bebí con amigos, sufrí de desengaño y soñé como nunca. Y ahora esa ciudad que tanto quiero llora en su peor momento y sufre de miedo, impotencia e incertidumbre. En un instante han pasado de ser el corazón de España a ser parte de ese mundo amenazado por la barbarie y la sinrazón, alimentada por el ego y la ambición de los que creen regir el camino de la historia.
No voy a entrar en debates sobre razones, autorías y consecuencias. No ahora. Hoy sólo quisiera estar en Madrid, para velar a los muertos, solidarizarme con los madrileños y salir a la calle a dejarme la garganta y hacer una mi voz con la de millones de personas que no olvidarán esto jamás.
12.3.04
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