Carlos García Campillo

WAR!

Todos los noticieros comenzaron temprano. Algunas cadenas incluso hicieron programas especiales, recordando la carrera del Sumo Sacerdote George W. Bush, la biografía del Tirano Saddam Hussein (que como todo buen supervillano, tiene un ejército de dobles) y recordando los "mejores momentos" (juro que una presentadora dijo esto) de la primera guerra del Golfo, todo esto mientras un contador recordaba lo que faltaba para que expirara el ultimatum. Llegaron las dos de la mañana (hora de España) y llegó esa cortinilla de "La Guerra Contra Saddam" con la música de suspense que seguro tenía preparada desde hace meses; en la pantalla apareció la imagen de Bagdad, como si fuera una cámara de esas del reporte de tráfico. Pasó un minuto, y otro y no cayó ninguna bomba. Los presentadores se veían realmente decepcionados. Esperaron un poco más y nada. Algunas cadenas cortaron a películas u otros programas, pero los pacientes tuvieron su recompensa (y de hecho se pasaron el día de hoy presumiendo "ser los primeros"): una conexión de urgencia en directo y la misma imagen de Bagdad, ahora con algunos destellos. El ataque. Más o menos así comenzó la Operación: Libertad Iraki (cada vez ponen menos cuidado en esos nombres), aunque muchos están un poco decepcionados de que esto haya comenzado con algo de foreplay en lugar de pasar directo al "Shock and Awe" ("Impactar y Sobrecoger"), esas 48 horas en las que tres mil misiles caeran sobre Bagdad, respetando, eso sí, la vida de civiles iraquíes. Que se los traguen. Es por su bien.

No se en México, pero en España todo el día ha estado lleno de manifestaciones. Hubo paros en las universidades, gente que bloqueo avenidas. Algunas manifestaciones fueron espontáneas, otras planeadas. En este momento la Puerta del Sol está llena de gente, cientos de miles, gritando y protestando. Todo saben que es inútil, pero no dejan de gritar su protesta. Y lo peor es que pase lo que pase, sea corta o larga la guerra, encuentren o no armas de destrucción másiva (usarlas para evitar que las usen, vaya insulto), se ha abierto una herida que no va a ser fácil cerrar. Varias heridas, en realidad. Políticas, humanitarias, diplomáticas. No queda credibilidad, ni respeto, hacia muchas instituciones. Quedan, eso sí, dudas. Y rabia.